¿Se puede monetizar el voto?

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BUENOS AIRES (NA). — A medida que Argentina se acerca a un momento decisivo con la Segunda Vuelta entre Sergio Massa y Javier Milei, una tendencia preocupante surgió en el ámbito digital. 

Las plataformas de apuestas han abierto la posibilidad de monetizar las preferencias políticas, permitiendo a los usuarios apostar por el resultado de las elecciones, como si se tratara de un partido de fútbol entre Quilmes y Riestra. 

Este fenómeno no es exclusivo de Argentina; sin embargo, su irrupción en un evento de tal magnitud plantea interrogantes éticos y legales significativos. ¿Es adecuado tratar las elecciones, un pilar fundamental de la Democracia, como un mero juego de azar? ¿Cuál es el mensaje que se transmite a la ciudadanía cuando el futuro político del país se reduce a cuotas y probabilidades?

Monetizando el Voto

Bplay, una de las plataformas involucradas, se basa en cuotas para establecer sus apuestas. Alineado con las encuestas, el candidato de Unión por la Patria parece ser el favorito, pero es el menos rentable desde el punto de vista del apostador. 

El sistema propone una ecuación simple: si Milei gana, el retorno es de 1,85 por cada peso apostado; si lo hace Massa, es de 1,70. 

Una apuesta de $10.000 podría traducirse en $18.500 o $17.000, respectivamente, dependiendo del resultado del 19 de noviembre.

El impacto de la ludificación

La ludificación de las elecciones presidenciales trae consigo una serie de consecuencias potencialmente dañinas. En primer lugar, desvía la atención de las políticas y las plataformas de los candidatos hacia un enfoque más superficial y especulativo.

Además, corre el riesgo de trivializar la importancia de un proceso que debería basarse en la deliberación informada y el compromiso cívico.

Esta situación refleja una sociedad cada vez más inclinada hacia la inmediatez y la gratificación rápida, donde incluso las decisiones más críticas para el futuro de un país pueden convertirse en herramientas de entretenimiento. 

También pone de manifiesto la necesidad de una discusión más profunda sobre el rol de las apuestas y si deberían existir límites para proteger la integridad del proceso electoral.